viernes, julio 24, 2009

Ayer por la noche vi en TV un comercial de Sabritas en el que utilizan unas imágenes parecidas a las que Daniel Muñoz presentó como auténticas en La sobremesa. Me refiero a aquellas en las que Neil Armstrong baja del modulo lunar y cae una tramoya, mostrando a continuación que todo se está filmando en un set. Vea las imágenes y recuerde que Muñoz afirma que son de la NASA y que se filmaron para ser usadas en caso de que la misión Apolo 11 fracasara.





En esta página se refutan las ideas de quienes niegan la llegada del hombre a la Luna, sobre la cinta que Muñoz presentó se lee lo siguiente:

De forma similar a 'Operación Luna', la desaparecida página Moontruth.com ha creado una nueva leyenda urbana entre los internautas. En ella se mostraba un vídeo en el que se ve a Armstrong descendiendo por la escalera del módulo a la superficie lunar. A continuación un foco cae y se "desvela" todo el montaje. La página original ya no existe, pero se puede seguir visitando gracias al Internet Archive, y el vídeo también se puede ver en Youtube. Aunque al final de la misma página los bromistas responsables del vídeo dicen claramente que se trata de una grabación humorística, hay quien cree que se trata de un vídeo secreto de la NASA que prueba que todo se grabó en un plató. Por si quedara alguna duda de que se trata de una broma, al final del vídeo el "astronauta" menciona a Mr. Gorsky, en referencia a otra conocida leyenda urbana sobre Armstrong.

Esa leyenda cuenta que cuando niño, Armstrong tenía como vecinos a los Gorsky. Un día escuchó a la señora Gorsky decir indignada: " ¡¿Sexo oral?! ¡¿Quieres sexo oral?! ¡Tendrás sexo oral cuando el chico del vecino se pasee por la luna!" De ahí que supuestamente Armstrong mencionara estando en la Luna: ¡Buena suerte, señor Gorsky!

¡Daniel Muñoz sí que se luce con las maravillas que presenta!

martes, julio 21, 2009

La poderosa de un caricaturista

Rius me firmó dos libros: La Biblia, esa linda tontería y El supermercado de las sectas (ambas obras de grijalbo).

En El supermercado de las sectas el caricaturista cuenta de las experiencias que ha tenido con diferentes sectas, así, afirma: "¿Cuántos amigos, parientes, vecinos y conocidos han pasado por esa experiencia? ¿Cuántos han perdido hijos, esposa o han caído ellos mismos en las garras espirituales de esa colección de farsantes y merolicos que se autollaman gurús y maestros espirituales? Este libro intenta desenmascarar a las sectas, sean budistas, católicas, protestantes o mexicanas y liberar de telarañas a los ingenuos e ingenuas (sobre todo) que andan 'a la búsqueda del camino de la luz'. Espero lograrlo, o al menos, espero que su lectura le resulte divertida. Atenta y cordialmente: rius."

A lo largo de sus páginas, Rius muestra -muy a su estilo- las creencias de mormones, niños de dios, testigos de Jehová, los seguidores de Soho, Sai Baba, Conny Méndez, la cienciología-dianética, el libro de urantia, etc.

Actualización (19 de agosto de 2009):

En De Razones y Sinrazones el Bizcocho de Montecristo dedica una entrada crítica al trabajo de Rius:

De patadas al pesebre

jueves, julio 16, 2009

Desinformación en La sobremesa

Héctor Suárez Gomís afirma ser escéptico. Él y Martha Figueroa actualmente conducen el programa La sobremesa, mismo que se transmite de lunes a viernes a las 15:30 horas por canal 28 (Cadena Tres).

Lo de su escepticismo se lo escuché decir cuando platicaba con Carlos Trejo. Mientras Trejo presentaba sus "evidencias", Suárez Gomís le hacía algunos cuestionamientos. El “cazafantasmas” decía que esa actitud crítica le encantaba (¡bonita farsa!).

Pero ¿qué tan escéptico es el conductor? Pues no mucho, al menos no cuando ha estado frente a Daniel Muñoz y a un “psíquico” que usa el nombre de LaVey.


Dobladores de cucharas

Hace varios días invitaron a un “psíquico” que habló del poder de la mente sobre la materia, o sea de los supuestos fenómenos PK. Este señor obviamente trata de apantallar a la gente con su apariencia, con el nombre que usa (el del autor de la Biblia Satánica) y sus supuestos poderes telequinéticos.

Todo lo que el señor hizo fueron trucos de prestidigitación, algo que los conductores nunca pensaron. Si Héctor Suárez Gomís es tan escéptico como dice ¿por qué nunca se le ocurrió plantear que las “maravillas” de LaVey no eran más que simples trucos?

El “psíquico” llevaba cucharas y una llave. Realizó el ya trillado y conocido truco del doblado de cucharas. En internet es fácil encontrar la explicación al “milagro”.

En un cierto momento en el que el prestidigitador que simula ser psíquico y Suárez Gomís platicaban, Figueroa tomó una de las cucharas, segundos después la conductora se mostró sorprendida pues la cuchara se rompió en sus manos. "No sé qué hice", dijo sonriendo. ¿Qué pensaron los conductores? Que era un efecto provocado por la presencia de LaVey. Nunca sospecharon que la cuchara ya estaba preparada para romperse.

¿Cómo se preparan las cucharas? Aquí lo explica el autor de Cerebros no lavados.

El “psíquico” simulaba doblar las cucharas de forma paranormal mientras explicaba que para lograrlo era necesario entrenar la concentración. No podían dejar de hablar del otro que simula ser psíquico: Uri Geller. Hablaron maravillas de él, y nuevamente pregunto: ¿el escéptico Héctor Suárez nunca ha visto los videos que ponen en evidencia que Geller miente? Aquí hay dos, en uno de ellos se ve el momento en que Geller se coloca un imán para afectar una brújula, en el otro la verdadera forma en que el "psíquico" dobla las cucharas:







Y no hay que olvidar cuando Geller, debido a las precauciones de Johnny Carson, no pudo realizar sus milagros en el programa Tonight Show:





Acá algo sobre magos frente a Geller.

LaVey colocó una llave cilíndrica en la mano de Martha Figueroa, le pidió que se imaginará que le daba vueltas después de meterla en una cerradura, y entonces, no lo creerán ¡la llave giró! Sorprendente, ¿no? Sobre todo tomando en cuenta que a Figueroa, de lo nerviosa que estaba, le temblaba la mano.

Seguramente muchas personas que vieron el programa estarán convencidas de que es posible mover objetos de forma paranormal y doblar cucharas de manera milagrosa.

No creo que sujetos como el señor que se hace llamar LaVey sean inofensivos, obviamente con su apariencia y sus supuestos poderes tratan de impresionar a la gente. ¿Por qué LaVey no se presenta como prestidigitador?, ¿qué desea conseguir afirmando que posee grandes poderes paranormales? No lo sé, pero lo que sí sé es que los conductores de este programa deberían ser más críticos e informarse mejor, al menos por respeto a su público. Por cierto ¿sabrán del reto del millón de dólares?


Canasta de supersticiones: Dr. Emoto, niños índigo, viajes tripulados a Marte y ruinas extraterrestres en la Luna

Un invitado frecuente a La sobremesa es Daniel Muñoz. Hace algún tiempo lo invitaron para que hablara del doctor Emoto.

¿Sabe cómo puede hacer usted para conservar en buen estado su comida por más tiempo? ¿Simple refrigeración? No, póngale etiquetas con palabras de amor y buena onda. En cambio, se le echará a perder si le pone etiquetas con frases mala onda. Muñoz mostró varias fotografías que demostraban lo anterior. Eran imágenes de los experimentos realizados por el doctor Emoto. Pero en este caso, el escéptico Suárez Gomís no las cuestionó. ¿Cómo se llevó a cabo el experimento?, ¿en qué consistió?, ¿qué se pondría a prueba?, ¿qué tipo de controles se usaron?, ¿qué datos se obtuvieron? Y, la más importante, ¿otros científicos han replicado los experimentos de Emoto?

Más bien parece que los televidentes tenían que aceptar las afirmaciones gratuitas de Emoto y de Daniel Muñoz. Porque vea, pregunté más arriba si otros científicos había repetido esos experimentos, y la verdad es que el doctor Emoto debería darme las gracias, porque el señor no es un científico. ¿Quién es el doctor Emoto? Aquí Mauricio-José Schwarz nos da la respuesta. Además, James Randi le ha ofrecido a Emoto un millón de dólares, sólo tiene que demostrar científicamente sus supuestos descubrimientos.

Obviamente, como sucede cada vez que invitan a Daniel Muñoz, se desinformó al público.

Ayer Muñoz habló de los viajes a la Luna. Muñoz no sostiene que los viajes a la Luna hayan sido un fraude, pero sí que existe una cinta de la NASA en la que se observa a un astronauta bajando del módulo lunar cuando ¡cae una tramoya!, entonces entran en escena los técnicos (sin trajes de astronautas) para acomodar el set. Se supone que esa cinta se usaría en caso de que fracasara la misión Apolo 11.

Después de observar la cinta ¿hubo preguntas incómodas para el invitado? Obviamente no. ¿Qué pasó con el conductor escéptico? Todas las ideas de Muñoz fueron aceptadas sin rechistar. ¿Plantearon los conductores la posibilidad de que esa cinta no sea más que una broma filmada actualmente? Nuevamente, no. Desinformación y credulidad.

Luego Muñoz presentó las imágenes del capítulo Mirlo Rojo del programa Planeta Encantado de J.J. Benítez. Unas que supuestamente muestran astronautas recorriendo construcciones extraterrestres en nuestro satélite natural. Héctor Suárez las reconoció como tales. Pues Muñoz ¡¡las presentó como auténticas!! La historia ha sido ya tratada por Luis Alfonso Gámez, en realidad Benítez encargó esas imágenes a una compañía de efectos especiales, cuando al “autor” de la serie Caballo de Troya se le preguntó sobre este punto, afirmó que nunca las presentó como auténticas y que la leyenda que indicaba que eran inéditas se debía a que nunca antes las había pasado en TV.

El análisis a los cuentos de Benítez aquí, aquí, aquí, aquí y aquí.

Muchas tonterías se dicen sobre los viajes a la Luna, por ello es que espero pronto poder leer la obra de Eugenio Fernández Aguilar:



Ya al final Muñoz prometió llevar imágenes del “topo marciano” que corresponden al choro mareador de Alternativa 3, no se trata más que de una broma por el día de los inocentes, como puede leerse acá, claro que Muñoz cree en la autenticidad de la filmación. También dijo que en otra ocasión hablaría de la teoría de la Tierra hueca, de igual forma, dijo que daría algunas conferencias sobre niños índigo, superstición que ha sido refutada acá y acá.

El delirio parece no tener fin.

Actualización (11 de agosto de 2009):

En El Tachiportal Paranormal Jesús Gonzalez escribe sobre las imágenes que muestran a Orgen LaVey haciendo trampa, o sea, recurriendo a trucos:

Orgen LaVey y su pastilla efervecente

viernes, julio 10, 2009

Las fotos de los abuelos

Miradas recurrentes, la ciudad de México en los siglos XIX y XX es una obra, en dos volúmenes, coordinada por María del Carmen Collado y publicada en el 2004 por el Instituto Mora y la UAM Azcapotzalco.

Los autores que participaron en ésta (entre los que hay historiadores, geógrafos, y sociólogos) escribieron sobre el pasado, presente y porvenir de la ciudad de México; la ciudad fue analizada como personaje y como escenario.

María del Carmen Collado explica: “He preferido ser inclusiva, incorporando tanto los trabajos que estudian la ciudad como sujeto, como aquellos que la asumen como escenario, aun a costa de que esta selección pudiese ser juzgada poco rigurosa.”

La obra trata cuestiones como los oficios que se ejercían en el siglo XIX, los baños públicos durante el porfiriato, la llegada de la fotografía a la ciudad, la historia del Paseo de la Reforma, la publicidad en las calles, el proyecto urbano de Lázaro Cárdenas, el pasaje Savoy, la aparición de bares gays en el pasado siglo, etc.

En esta entrada quiero mencionar algunos datos sobre las llamadas instantáneas del peatón. Sobre éstas escribe Mireya Bonilla Matus en su ensayo El negocio de las Instantáneas del peatón en la calle de San Juan de Letrán en los años cincuenta. El ensayo muestra varias de estas instantáneas, pero las que acompañan esta entrada son del álbum de mi familia.

Mireya Bonilla cuenta que no se sabe a ciencia cierta cómo comenzaron a realizarse estos trabajos fotográficos, pero que se cree que el pionero fue un joven estadounidense que al finalizar la primera guerra mundial abrió un estudio fotográfico en el centro histórico. Ese joven contrató a dos aprendices a quienes les amarró al cuello una cámara fotográfica modelo Brownie o Mercury para que capturaran a los peatones. Días más tarde otros estudios fotográficos copiaron la idea, “y un número importante de fotógrafos de las instantáneas del peatón recorrían de sur a norte la ‘viva y venosa’ calle de San Juan de Letrán y sus alrededores, un espacio que se consagra desde entonces como la geografía emblemática de esta ciudad.”


Mireya Bonilla compara las instantáneas del peatón con aquellas fotografías tomadas en un estudio:

“La novedad que sedujo a los compradores fue la manera en que los fotógrafos lograban capturar su imagen. Las instantáneas del peatón rompían con el canon de la pose, una de las reglas tácticas que a través del tiempo ha regido la composición de los retratos. Un breve recorrido por el álbum fotográfico de la familia nos podrá confirmar que en la mayoría de los retratos hechos por fotógrafos de estudio o profesionales hubo detrás de la imagen un acuerdo entre el fotógrafo y su cliente, una connivencia que se evidencia en la pose, que no es otra cosa más que la construcción de una identidad ante la cámara gracias a la manipulación de las condiciones ordinarias, es el peinado, los zapatos boleados –cuando los hay-, el gesto controlado, es el hombre de la cámara orquestando la escena, dirigiendo las miradas. A la pregunta de ¿para qué retratarnos?, Carlos Monsiváis responde: ‘para pregonar quién se es, cuánto se tiene, cómo se vive, cómo se espera el halago social. Hay que demostrar el lujo de la ropa, la magnificencia de los brazos, la serenidad del alma, el dandismo impecable, el señorío desde la niñez.’ O lo que es lo mismo, este tipo de retratos, que podríamos llamar clásicos, son ‘el instrumento ideal de las apariencias sociales, servirán para demostrar a los demás y a sí mismo los progresos alcanzados’. Y fue precisamente a todo esto a lo que las instantáneas del peatón renunciaron.”


Las fotografías de las que nos ocupamos eran espontáneas, los fotógrafos no esperaban a que los posibles clientes se acercaran a solicitarles un retrato, esos fotógrafos capturaban intempestivamente a la gente que pasaba caminando: parejas, estudiantes, familias, etc. Cuando el fotógrafo lograba la captura, enviaba a su “chícharo” o asistente a que le entregara al posible cliente la nota con la que podría recoger la fotografía. Algunos estudios llevaban a cabo entregas a domicilio, la mayoría archivaba las fotografías durante algunos meses.

La autora señala que “La magia de las instantáneas del peatón giraba en torno a las implicaciones del estilo de estos retratos capaz de impregnar con aire de celebridad a los comunes.”

Las fotografías podían ser tamaño postal o “carterita”: “La ventaja del tamaño “carterita” era su ingreso inmediato a la intimidad del bolsillo hasta convertirse en esa foto de batalla que se lleva consigo a todos lados y que termina por adquirir las cualidades de un amuleto; en cambio, la postal, logró en muchos casos ingresar al álbum familiar y es el formato que mejor se ha conservado.”


Sobre el tema de la conservación de estas fotografías explica que muchas envejecieron rápidamente debido a que no siempre se realizaron con materiales de primera calidad, ya que para los estudios fotográficos sólo representaban una entrada extra de dinero (estos trabajos no eran tomados demasiado en serio). Esto puede verse en la siguiente fotografía.


La autora señala que no ha sido fácil ubicar todos los estudios fotográficos que hacían instantáneas del peatón, ya que se trataba de una actividad secundaria; por otro lado, estos fotógrafos no necesitaron permiso para trabajar en las calles, a diferencia de otros fotógrafos ambulantes que se encontraban semifijos en lugares como Chapultepec o Xochimilco.

Las instantáneas del peatón dejaron de tomarse en la década de los setenta.

Terminamos con la descripción que sobre San Juan de Letrán hiciera José Emilio Pacheco:

Huele a tacos de canasta y de carnitas, a tortas compuestas, tepache, jugo de caña, aguas frescas, lámparas de kerosén, perfume barato, líquido para encendedores, dulces garapiñados, papel de periódico y revista, de librito de versos de Antonio Plaza y novelita pornográfica.
Imposible caminar rápido: la acera se encuentra atestada por los que, ya desde entonces, no tienen trabajo o acaban de llegar del campo y toman fotos instantáneas, pregonan billetes de lotería, venden toques eléctricos para probar la resistencia, huevos duros, charales, chupamirtos para la suerte en el amor, barajas españolas, postales de estrellas cinematográficas, puñales con inscripciones retadoras, pañuelos bordados en que se imprime al instante el nombre de la persona amada, perros, pájaros, gatos, callicidas, lombricidas, pliegos de versos contra la policía, bandas pegajosas atrapamoscas, flores, ganzúas para forzar puertas y ventanas, juguetes populares de madera y hueso, agujetas, hojas de afeitar, corridos sobre la última huelga, navajas con destapador, sacacorchos y lima de uñas, imágenes del Sagrado Corazón y de la Virgen de Guadalupe, folletos de Stalin, condones, reverberos, lápices, distintivos metálicos, cuadernos con las canciones de moda, discos usados, macetas de pedacería.

martes, julio 07, 2009

En esta ocasión nuestro amigo Jorge Sánchez Quintero nos comparte una animación de su autoría. Se trata de La Vela. Jorge, esperamos que nos sigas compartiendo tu trabajo.


jueves, julio 02, 2009

He subido dedicatorias que algunos escritores me han firmado, es el año internacional de la astronomía, así que ahora subo la poderosa de dos científicos mexicanos:

La familia del Sol es una de las obras de divulgación científica que más he disfrutado. Se trata de un libro escrito por Julieta Fierro y Miguel Ángel Herrera. Es el número 62 dentro de la colección La ciencia para todos (antes La ciencia desde México).


Tuve la fortuna de haber conocido a ambos científicos. En 1998 me firmaron su libro.
La doctora Fierro lo hizo el 15 de abril, ese día impartió una conferencia en el Club de Periodistas de México (de las que organizaba Mario Méndez Acosta).



El doctor Herrera unos cuantos meses más tarde: el 19 de octubre. Ese día dio una conferencia en el pequeño auditorio del pasaje Zócalo-Pino Suárez (octubre lo dedican a la ciencia y a la tecnología). Llamó mi atención que después de la plática varias estudiantes de preparatoria se tomaron fotografías con el astrónomo; se supone que los científicos no son populares y que la ciencia, para la sociedad en general, no es interesante (Mauricio-José Schwarz nos dice lo contrario: la ciencia es sexy).



Enlaces interesantes:



miércoles, julio 01, 2009

Magia, charlatanería y cáncer (Quinta y última parte)
Por Luis Benítez Bribiesca



Las curas mágicas, la sugestión y el efecto placebo

Uno de los argumentos más sólidos para convencer al vulgo de las bondades de algún supuesto producto anticanceroso es el documento testimonial de pacientes que afirman haber sido curados de algún tumor maligno; los pacientes en general no mienten, lo que pasa es que han sido engañados en forma perversa.

Existen tres formas, no excluyentes entre sí, que inducen al paciente a asegurar y creer que han sido salvados de una muerte segura por un cáncer: primero, al paciente se le convence de que tiene cáncer, sin que lo tenga; segundo, el paciente canceroso ya ha sido tratado con los métodos convencionales y sólo se le mejoran las complicaciones bien conocidas de la quimio o la radioterapia, y tercero, se usa el poderoso efecto de la sugestión y el placebo. Analicemos estos tres puntos:

Primer caso. El diagnóstico de certeza del cáncer es bastante preciso en la actualidad y en general requiere de tres componentes: una acuciosa historia clínica, exámenes de laboratorio y gabinete y por último la comprobación microscópica (histopatología). Por lo regular, los sujetos que se exhiben como prueba de curación no han sido sometidos a estos métodos diagnósticos, en particular al estudio histopatológico. Los charlatanes o los curanderos sin conocimientos médicos (el tradicional o clásico) pueden, bona fide, creer que una tumoración o llaga crónica es un cáncer (tal como ocurría desde los tiempos de Hipócrates en que la enfermedad no estaba claramente definida), por lo que establecen el diagnóstico sólo por intuición. En esta forma se inicia una cadena de falsedades que, tanto el curandero como el paciente eslabonan y que culmina con éxito cuando el supuesto cáncer se cura. La verdad es que la poción, el emplasto o la magia curó algo que jamás se comprobó que fuera cáncer, pero como el sujeto está convencido de que fue salvado de ese terrible mal, lo dice a los cuatro vientos y así recluta más crédulos que engrosarán las filas de individuos “sanados” por tal o cual curandero. Es difícil que el paciente con escasa cultura biomédica entienda que su curación no demuestra que el medicamento usado tenga acción contra los tumores malignos, ya que se carece de pruebas de que su enfermedad fue verdaderamente un cáncer; pudo haber tenido una ulceración crónica que sólo requería de lavados y curaciones antisépticas para cicatrizar.

La segunda forma en que se convence al paciente de que sufre de cáncer y de que ha sido curado es el que considero más perversa y preñada de maldad. Este engaño es urdido únicamente por los “charlatanes científicos”, muchos de los cuales ostentan títulos universitarios y ejercen como médicos oncólogos. El sistema es el siguiente: una vez que el enfermo que cree tener una enfermedad grave es examinado por el pseudo-oncólogo, se emite un juicio intimidatorio al decirle que alberga un cáncer y que deberá ser operado y sometido a un tratamiento a la brevedad posible, ya que cada día que pase lo acerca más a la diseminación del mal y a la muerte por metástasis (diseminación de la enfermedad).

En la mayoría de los casos se ofrece un falso medicamento de por medio, el cual deberá adquirir y usar de inmediato. Si el paciente es operado, la intervención se hace generalmente en alguna clínica privada y el tejido extirpado no se analiza al microscopio. A pesar de esto y violando el código ético profesional, se confirma al paciente la extirpación de un cáncer, pero se le asegura que con esa operación más el fármaco indicado obtendrá la curación; así, le ingenuo paciente se cree que tuvo cáncer y que fue curado.

En mi quehacer como patólogo, he constatado todavía situaciones más inmorales: ante un informe histopatológico de ausencia de malignidad (en los pocos casos que se envía el órgano extirpado a estudio; como, por ejemplo, el útero), el médico tratante lo cambia, y le informa al paciente que, en efecto, había un pequeño cáncer, pero que la intervención fue tan afortunada y oportuna que quedará curado.

Huelga decir que los pacientes tan hábilmente engañados juran y perjuran que el médico fulanito de tal, cura el cáncer como nadie. El paso del tiempo le confirma al paciente su milagrosa salud, ya que no se presentan recurrencias de ese mal. Nadie podrá convencer a estas personas de que fueron cruelmente engañadas y explotadas; ellas formarán un séquito de admiradores del “cancerólogo” y de sus métodos terapéuticos. Estas personas, llenas de fe y entusiasmo, están dispuestas a ser testigos de su propia curación ante comités de investigación para constatar la efectividad de ese método curativo.

Segundo caso. La radioterapia, la quimioterapia y también la cirugía son métodos agresivos que producen efectos secundarios muy desagradables. El paciente con una terrible enfermedad como el cáncer se pregunta por qué, además de la desgracia de albergar un tumor maligno y de ver amenazada su existencia, el oncólogo moderno lo somete a tratamientos tan enérgicos que le producen vómitos, caída de pelo, quemaduras dérmicas, infecciones oportunistas o la mutilación excesiva de alguna parte de su cuerpo. ¡Es que a grandes males, grandes remedios!

Pues bien, de estos desagradables efectos, consecuencia de tratamientos oncológicos enérgicos, se valen los charlatanes para convencer a los pacientes de que abandonen su terapia y recurran a ellos. En muchos casos el tratamiento ya se ha completado y el cáncer se ha destruido, y el pronóstico para los cinco años siguientes es muy favorable (por ejemplo en linfomas y algunas leucemias). El curandero recibe al paciente canceroso ya tratado y lo que hace es controlar o tratar las complicaciones ya descritas. El paciente cree, a pie juntillas, lo que el brujo le dice: “...esos médicos lo estaban matando, ahora con mis medicinas lo he curado de su cáncer y le he devuelto la salud”. Aquí vemos de nuevo el triunfo de la fe ciega e irracional sobre la razón.

Tercer caso. Todavía no se conoce ningún caso probado de curación del cáncer por métodos mágicos, pero es conveniente incursionar, aunque sea sólo en la superficie, sobre el poderoso papel que puede desempeñar el pensamiento mágico y la sugestión en la curación de la enfermedad humana.

Es probable que en nuestra era, eminentemente científica, no se tome en serio la idea expresada por otros de que la religión, la magia y la ciencia son los tres componentes fundamentales de nuestra imagen del mundo, de modo que el predominio o debilitación de uno trae el cambio de proporción de los otros; pero en verdad siempre desempeña un papel en el pensamiento del hombre.3 La historia de la humanidad, y con ésta la de la medicina, ha pasado claramente por las tres etapas que corresponden a la hipertrofia de algunos de los tres componentes señalados: primero, la etapa mágica, que nace en Mesopotamia y que se arrastra hasta los templos de Esculapio; después, la tradición religiosa judeocristiana del mundo occidental, que se entroniza en la Edad Media, y por último la era de la ciencia, que se inicia en el Renacimiento y llega a su clímax en este siglo.1

De cualquier manera, los tres elementos han sido inseparables. En ésta, nuestra tan científica era, la magia y la religión constituyen elementos palpitantes en nuestra sociedad y no pueden disociarse, ni menos ser sustituidos por la ciencia; la medicina es un espejo de esta realidad. La ciencia está estructurada de correspondencias acumuladas, verificables y regidas por leyes precisas. Pero hay un mundo de correspondencias del pensamiento humano que no está, y acaso nunca lo estará, codificado por la ciencia. De ese mundo, la magia quiere ser la inteligencia, y el arte, la expresión de esas correspondencias extrañas, decía Robert Kanters es su prólogo al libro de Dumas.3 El mago que no se sale del camino puede ser un pionero de correspondencias desconocidas, como lo fue Newton en su tiempo; lo mismo ocurre con el artista y el poeta que expresan la eficacia estética del símbolo como Mozart en su Flauta mágica o Picasso en su Guernica.

Quizás el fenómeno que engarza en la medicina los tres elementos mencionados y que hoy en día usa tanto el mago como el médico-científico es el conocido como hipnosis. Como ocurre con otros fenómenos, su origen se pierde en el tiempo, pero lo encontramos vinculado con la magia, la religión y ahora con la ciencia. Este curioso estado psíquico, caracterizado por la hipersugestibilidad y en el que se obtienen cambios psicológicos y psicosomáticos sorprendentes, fue usado de manera intuitiva en los templos de cura de Aesclepeios, cuando los pacientes eran sometidos a un sueño ritual; en Oriente estos estados se inducen comúnmente en los rituales de templos brahamanes y budistas para producir estados místicos. Su aplicación durante la Edad Media y el Renacimiento estuvo ligada a la magia y la religión, aunque también se le usó para curar enfermedades.

En Francia, en el siglo pasado, Franz Antón Mesmer, un híbrido de mago, charlatán y curandero, redescubrió este fenómeno y lo bautizó con el críptico sustantivo de “magnetismo animal”. Inventó una máquina “magnetizadora” con la que obtuvo un éxito resonante; su técnica llegó a conocerse como “mesmerización”. Más tarde Charcot, Bleuler y otros eminentes médicos usaron ampliamente la hipnosis, aunque Freud la rechazó y sustituyó con el método psicoanalítico.32 Poco a poco, en Inglaterra, Alemania, EE.UU. y luego en Latinoamérica la hipnosis médica se metió en el terreno científico y ahora es aceptada como una forma de estudio y tratamiento de alteraciones psicosomáticas. Bajo hipnosis se puede hacer psicoterapia, tratar algunos síntomas psicosomáticos y realizar diversas intervenciones quirúrgicas.33.34 Sin embargo, la hipnosis sigue siendo parte fundamental de algunos procedimientos mágicos, religiosos y curativos. Aunque la forma como actúa el fenómeno hipnótico es todavía un misterio para la ciencia, el pivote central es la sugestión. No hay magia, no hay magnetismo animal, no hay fuerza psíquica; es simplemente una forma de producir un estado mental en el que las sugestiones del hipnotizador tienen un efecto dramático sobre el paciente. Es la mejor técnica para demostrar la estrecha relación psicosomática de muchos fenómenos fisiológicos y de otros francamente patológicos.32.33

Otro efecto estrechamente vinculado con la sugestión es el conocido como placebo. Este se refiere a la acción ejercida por alguna sustancia inerte, y por lo mismo sin ningún poder farmacológico, cuando se administra a un sujeto que cree que recibe un medicamento poderoso y efectivo. Esta “creencia”, que puede llegar a tener matices de fe ciega, induce cambios psicosomáticos que producen mejoría en muchos padecimientos y es realmente otra forma de sugestión.35

Numerosos magos, curanderos y charlatanes emplean la sugestión en forma intuitiva o intencional, pero todos con tan gran habilidad, que dejarían sorprendido al propio Mesmer. El brujo que hace una limpia combina numerosos elementos de magia y fórmulas que inducen verdaderos estados hipnóticos; el charlatán y el merolico dicen y prometen tantas cosas incomprensibles, que convencen al público, por sugestión, de que venden la medicina para cualquier enfermedad. El charlatán moderno lo logra con sistemas más tecnificados, pero finalmente consigue sugestionar a sus víctimas.

Si bien es cierto que muchos síntomas pueden mejorar o desaparecer con la sugestión (empleada en forma de magia, charlatanería o con sustancias extrañas como el Leatrile o las Chahínas), también es cierto que ninguna enfermedad grave, como el cáncer, puede curarse con estos métodos. De cualquier manera el paciente canceroso, ávido de alguna esperanza y que ha experimentado los efectos de la magia, la sugestión o el placebo, les concede un crédito extraordinario. Recordemos que el pensamiento mágico-religioso es parte integral del pensamiento humano y que se recurrirá a él tantas veces como el otro elemento, la ciencia, sea ineficaz; esto avala el postulado inicial de que la magia, la religión y la ciencia interactúan en un balance autorregulado. Recordemos también que otro reducto de aquél que sufre una dolencia grave es la búsqueda del milagro religioso; los santuarios de Lourdes y de Guadalupe están llenos de estos testimonios; curiosamente hay ahí mucha similitud con lo que ocurría en los templos de Esculapio. La investigación oncológica, a pesar de su gran desarrollo y enormes logros, todavía no produce “el antibiótico” que reclama el paciente, por lo que se explica y a veces se justifica la búsqueda del alivio en otras dimensiones: la magia y la religión.


Reflexiones finales

En nuestro país el cáncer ocupa uno de los primeros lugares como causa de morbiletalidad. La mejor arma contra él es su prevención y el diagnóstico oportuno: un tumor maligno que se trata en su inicio puede curarse en el 100% de los casos; esto es fácil de decir pero muy difícil de lograr.36

La magia y la charlatanería con sus variantes, se han empleado a través de la historia de la humanidad como métodos terapéuticos contra el cáncer, pero hasta el momento no existen pruebas definitivas de que tengan efectos antineoplásicos. Lo que resulta alarmante es que estas alternativas de tratamiento se emplean en la actualidad, con frecuencia en forma deliberada, para engañar al paciente. Con esto el enfermo de cáncer pierde sus mejores oportunidades para el tratamiento y llega a las clínicas oncológicas, por lo general, cuando ya es demasiado tarde.

Por último, después de desenmascarar a los charlatanes y timadores de la medicina en este ensayo, quisiera invitar a una meditación al médico moderno, a aquél contaminado de ciencia y embriagado de tecnología, a aquél que es un auténtico oncólogo. Cuestionemos: ¿por qué recurre el paciente con oncológico, de cualquier nivel sociocultural a los magos, brujos y charlatanes? La respuesta es muy simple y es porque ellos le dan algo que el médico del presente no puede ofrecerle: la confianza, la fe, la convicción. La fe milagrosa mueve montañas, reza el adagio. La ciencia y sobre todo la técnica en la medicina ha separado al médico de su paciente; los grandes centros oncológicos abundan en flamantes laboratorios, impresionantes aparatos de imágenes, aceleradores nucleares y bombas de cobalto; el enfermo de cáncer en ese laberinto de instrumentos sorprendentes deja de ser un individuo para transformarse en una entidad. Se habla del cáncer prostático, del de pulmón, del de mama o del cáncer IIb del cerviz. En el campo de la terapia oncológica el paciente es uno más de los del protocolo de “radiación fraccionada” o de los que reciben el “cocktail” endovenoso de “quimio” y con ello se integra a los que vomitan sin cesar y se les cae el pelo. Es excepcional que se le informe correctamente del curso de su enfermedad y de las perspectivas de su tratamiento y menos que se le despierte fe y esperanza. La relación médico-paciente se ha deteriorado al grado de ser casi inexistente; por ello se habla tanto de medicina masificada como deshumanizada. No nos sorprenda entonces que nuestros mejores brujos y charlatanes capten la atención de los individuos que sufren y que reclaman una solución, aunque sea mágica y temporal. La medicina fue magia pura, luego magia y religión, más tarde se transformó en ciencia y olvidó al hombre que está detrás de su enfermedad.


REFERENCIAS

1. Kardinal, C.G. y J.A. Yarbro, “A Conceptual History of Cancer”, Semin. Oncol., vol. 6, 1979, pp. 396-408.
3. Dumas, R.F., Historia de la magia, Plaza y Janés, S.A., Editores, 1ª Ed., Barcelona, España, 1973.
32. Hilgard, R.E., Hypnotic Susceptibility, Harcourt, Brace and World, Inc., New York, Chicago, 1965.
33. Benítez, L., “Hipnosis y sus aplicaciones médicas”, Rev. San. Mil., vol. 12, 1959, p. 25.
34. Benítez, L., “La hipnosis como método anestésico”, reporte de seis casos de procedimientos en cirugía mayor, Rev. San. Mil., vol 13, 1960, p.24.
35. Viniegra, L., “El efecto placebo. Su dimensión teórica y sus implicaciones prácticas”. Science, vol. 38, 1978, pp. 131-146.
36. Maugh II, T.H., “Cancer is not Inevitable”, Science, vol. 217, 1982, pp. 36-37.

Primera parte
Segunda parte
Tercera parte
Cuarta parte